10 de diciembre de 2004

¿El fin de un mito?

Puede que hayan escuchado ustedes estos días algo acerca de la polémica que se ha desatado de nuevo sobre las “caras de Bélmez”. La noticia surgió con la publicación de un extenso informe acerca de su más que probable falsedad, informe del que se han hecho eco diversos medios (empezando por el diario El Mundo, de la mano del periodista Javier Cavanilles) y que proporciona abundantes datos acerca de lo que el propio Cavanilles ha rebautizado como “el enigma paranormal más cutre de todos los tiempos”. Porque, en efecto, lo que para algunos sigue siendo un misterio inexplicable, para otros resulta ser, como pone de manifiesto el informe, un fraude de lo más chapucero y patético.

La noticia, como decía, ha sido recogida por diversos medios y aún se sumarán otros, puesto que, al fin y al cabo, se refiere a un supuesto misterio que lleva entre nosotros nada menos que treinta y tres años, desde aquella primera noticia publicada en el diario “Ideal de Granada” del 16 de septiembre de 1971. Desde entonces, los “investigadores” de lo paranormal no se han cansado de repetir que los científicos nunca han podido explicar aquel fenómeno, que se trata de una genuina manifestación del “Más Allá”, y todas esas cosas que todos hemos leído o escuchado más de una vez acerca de las “caras”.

Cosas que, como pone de manifiesto el informe, resultan totalmente infundadas. La ciencia ha proporcionado respuestas claras a cómo fueron pintadas las “caras” y, probablemente, por quién, y que el fenómeno tiene todas las trazas de ser más bien del “más acá” que del “Más allá”. Unas respuestas que han causado una conmoción en el mundillo de lo oculto, lo misterioso y lo estrafalario, y que parece que por fin han puesto contra las cuerdas este viejo mito.

Y ya era hora. Porque lo más curioso es que las hipótesis racionales, lo insostenible (y muchas veces hasta ridículo) de las “explicaciones” paranormales y, en fin, las evidencias de que las “caras” son más falsas que un billete de tres euros, no son datos ni mucho menos nuevos. El informe, coordinado por Vicente Prieto y Óscar David Sánchez, publicado por la asociación ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, y divulgado gracias a la tarea, entre otros, del periodista Mauricio José Schwartz, contiene en realidad muy poca información nueva o revelada por primera vez. Prácticamente todo estaban ahí, a la vista de todo el mundo, y lo único que ha permitido que el fraude siguiera pareciendo un fenómeno genuino es que nadie se había preocupado de reunirla, comprobarla y ponerla sobre la mesa.

El negocio que muchos han hecho a cuenta de las “caras” ya estaba a la vista en aquel primer artículo del “Ideal de Granada”, que mostraba incluso la foto de María Gómez, la dueña de la casa de las “caras”, con un fajo de fotografías de aquella primera “aparición” que vendía al entonces muy respetable precio de diez pesetas. Las evidencias de que las “caras” habían sido pintadas aparecieron incluso antes: los propios periodistas que elaboraron el reportaje cuentan que en el pueblo les facilitaron la identidad del pariente de María Gómez que había pintado aquella mala caricatura del Santo Rostro de Jaén. Los resultados de los pocos análisis realizados, los cambios de estilo y técnica pictórica de las “caras”, los intereses económicos en juego (tanto los de aquella época como los que se han descubierto tras la aparición de nuevas “caras” en octubre pasado), el manejo del fenómeno como una atracción turística, la creación de réplicas idénticas a las “caras” con técnicas elementales y en absoluto paranormales... todo estaba ya ahí, esperando que alguien con interés en conocer la verdad se molestase en echar un vistazo con un poco de sentido común.

Y, sin embargo, el mito ha sobrevivido nada menos que treinta y tres años.

Sencillamente porque sólo se escuchaba la voz de los propagandistas del misterio, los “investigadores” que viven de divulgar supuestos fenómenos paranormales. Durante todos estos años hemos oído que la ciencia no encontraba explicación a las “caras”, sencillamente porque nadie ha prestado atención a los pocos científicos que se han dignado estudiar un fenómeno tan tremendamente burdo y cutre. Que nadie ha podido duplicarlas, porque nadie ha hecho caso de quienes las han duplicado una y otra vez. Que su carácter paranormal era indiscutible, porque no se escuchaba a quienes lo discutían con argumentos muy sólidos.

Esta vez, al menos, se les ha escuchado. Y aunque quizá no sea suficiente para acabar con este falso misterio, por lo menos habrá servido para que muchos sepan por primera vez que hay una alternativa racional a todos esos falsos “misterios” que nos quieren vender. Y eso es algo que tiene que alegrarnos no sólo a quienes hemos puesto nuestro granito de arena para que así sea, sino a toda nuestra sociedad.


Publicado en el diario Información de Alicante el 5-12-2004 (lo siento, con todo este follón se me había olvidado colgarlo aquí).

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